Alma racional segun platon
Ejemplo de alma racional de plato
La teoría del alma de Platón, que se inspiró en las enseñanzas de Sócrates, consideraba que la psique (ψυχή) era la esencia de una persona, siendo aquello que decide el comportamiento de las personas. Platón consideraba que esta esencia era un ocupante incorpóreo y eterno del ser de una persona. Platón decía que incluso después de la muerte, el alma existe y es capaz de pensar. Creía que, a medida que los cuerpos mueren, el alma renace continuamente (metempsicosis) en cuerpos posteriores. Platón dividió el alma en tres partes: el logistikon (razón), el thymoeides (espíritu) y el epithymetikon (apetito).
Platón fue la primera persona en la historia de la filosofía que creyó que el alma era tanto la fuente de la vida como de la mente[1] En los diálogos de Platón, encontramos que el alma desempeña muchos papeles dispares. Entre otras cosas, Platón cree que el alma es lo que da vida al cuerpo (lo que se articula sobre todo en las Leyes y el Fedro) en términos de automovimiento: estar vivo es ser capaz de moverse a sí mismo; el alma es un automovimiento. También piensa que el alma es la portadora de las propiedades morales (es decir, cuando soy virtuoso, es mi alma la que es virtuosa en contraposición a, por ejemplo, mi cuerpo). El alma es también la mente: es lo que piensa en nosotros.
Filosofía del alma racional
En primer lugar, afirma que el cuerpo y el alma son distintos. La primera en existir es el alma, o psique, que es eterna e inmortal, y sobrevive más allá de la muerte del cuerpo. Es la que decide cómo nos comportamos.
Si consta de una sola parte, es difícil explicar cómo a veces queremos cosas contradictorias. Por ejemplo, podemos tener la tentación de tomar algo que no es nuestro, y al mismo tiempo sentirnos reacios a tomarlo. La teoría de la no contradicción afirma que las proposiciones contradictorias (por ejemplo, lo quiero y no lo quiero) se excluyen mutuamente; no pueden ser verdaderas en el mismo sentido al mismo tiempo.
Siguiendo esta línea de pensamiento, por lo tanto, un alma que consiste en una sola parte no puede sostener simultáneamente esta contradicción. Lo que nos deja con un alma hecha de múltiples partes, con Sócrates argumentando que hay tres de esas partes distintas.
Uno de los caballos, un caballo blanco de alto espíritu, representa la parte animada del alma, y encarna la emoción, la pasión y la “sangre caliente”. A la parte animada le gusta que la desafíen, y se enfada ante la injusticia y la crueldad. Aunque es impulsiva, es racional y moralmente impulsiva, y le gusta la parte positiva de la naturaleza pasional, por ejemplo la indignación racional.
Alma animada
El auriga, por ser el que lleva las riendas, tiene el deber, el derecho y la función de guiar y controlar a los caballos. Del mismo modo, la parte racional del alma tiene el derecho de gobernar las partes espirituales y apetitivas. El auriga no puede llegar a ninguna parte sin los dos caballos, y por esta razón estos tres están vinculados entre sí y deben trabajar juntos para alcanzar sus objetivos. La parte racional del alma tiene este mismo tipo de relación con sus otras partes, pues las potencias del apetito y del espíritu son indispensables para la vida misma. La razón trabaja con y sobre el espíritu y el apetito, y estos dos también mueven y afectan a la razón. Pero la relación de la razón con el espíritu y el apetito está determinada por lo que la razón es: una facultad de búsqueda de objetivos y de medición. Las pasiones también se dedican a la búsqueda de objetivos, ya que buscan constantemente el objetivo del placer. El placer es una meta legítima de la vida, pero las pasiones, al ser simples impulsos hacia las cosas que dan placer, son incapaces de distinguir entre los objetos que proporcionan un placer mayor o más duradero y los que sólo parecen proporcionar estos placeres.
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El auriga, por ser el que lleva las riendas, tiene el deber, el derecho y la función de guiar y controlar a los caballos. Del mismo modo, la parte racional del alma tiene el derecho de gobernar las partes espirituales y apetitivas. El auriga no puede llegar a ninguna parte sin los dos caballos, y por esta razón estos tres están vinculados entre sí y deben trabajar juntos para alcanzar sus objetivos. La parte racional del alma tiene este mismo tipo de relación con sus otras partes, pues las potencias del apetito y del espíritu son indispensables para la vida misma. La razón trabaja con y sobre el espíritu y el apetito, y estos dos también mueven y afectan a la razón. Pero la relación de la razón con el espíritu y el apetito está determinada por lo que la razón es: una facultad de búsqueda de objetivos y de medición. Las pasiones también se dedican a la búsqueda de objetivos, ya que buscan constantemente el objetivo del placer. El placer es una meta legítima de la vida, pero las pasiones, al ser simples impulsos hacia las cosas que dan placer, son incapaces de distinguir entre los objetos que proporcionan un placer mayor o más duradero y los que sólo parecen proporcionar estos placeres.