
Transmigración de las almas platon
Filósofo que creía en la reencarnación
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La teoría del alma de Platón, que se inspiró en las enseñanzas de Sócrates, consideraba que la psique (ψυχή) era la esencia de una persona, siendo aquello que decide el comportamiento de las personas. Platón consideraba que esta esencia era un ocupante incorpóreo y eterno del ser de una persona. Platón decía que incluso después de la muerte, el alma existe y es capaz de pensar. Creía que, a medida que los cuerpos mueren, el alma renace continuamente (metempsicosis) en cuerpos posteriores. Platón dividió el alma en tres partes: el logistikon (razón), el thymoeides (espíritu) y el epithymetikon (apetito).
Platón fue la primera persona en la historia de la filosofía que creyó que el alma era tanto la fuente de la vida como la mente[1] En los diálogos de Platón, encontramos que el alma desempeña muchos papeles dispares. Entre otras cosas, Platón cree que el alma es lo que da vida al cuerpo (lo que se articula sobre todo en las Leyes y el Fedro) en términos de automovimiento: estar vivo es ser capaz de moverse a sí mismo; el alma es un automovimiento. También piensa que el alma es la portadora de las propiedades morales (es decir, cuando soy virtuoso, es mi alma la que es virtuosa a diferencia de, por ejemplo, mi cuerpo). El alma es también la mente: es lo que piensa en nosotros.
El alma de Platón
3Recientemente se ha alegado que las tres alegorías de los libros centrales de la República (sol, línea y caverna) contienen conceptos ajenos al pensamiento de Platón, especialmente una noción de trascendencia ajena a su filosofía6. Como en el contexto de este trabajo no puedo dedicarme a refutar detalladamente las diversas interpretaciones de este pasaje, me limitaré a presentar mi propia exégesis7.
4Las tres alegorías son introducidas por un pasaje (504a2-506e7) que aún no ha recibido la atención que merece. Marca la continuidad temática con otro diálogo, el Filebo, y muestra también la perspectiva desde la que deben leerse las tres alegorías. Sócrates/Platón ofrece valiosas pistas sobre su concepción del Bien a través de su crítica a las otras nociones del Bien supremo para la vida humana. Señalaré sólo tres de ellas:
6La alegoría del sol, introducida para aclarar en qué sentido el Bien no es ni placer ni inteligencia, sino algo distinto de ambos, complementa, por tanto, la idea implícita del pasaje introductorio. El Bien es medida, pero también causa eficiente del mundo ideal e incluso del propio mundo del devenir a través del sol, su vástago9.
Platón y la reencarnación
1 Así lo afirma el neoplatónico del siglo VI, Olimpiodoro, atribuyendo las ideas de Platón sobre el alma y su naturaleza en el Fedón al misterioso cantante antiguo Orfeo. Los estudiosos posteriores se han inclinado por seguir a Olimpiodoro al atribuir muchas de las ideas de Platón sobre el alma a Orfeo, o más bien a los “órficos” o al “orfismo”, una corriente religiosa definida de forma diversa y vinculada a los poemas del mítico poeta Orfeo. Con demasiada frecuencia, las innovaciones filosóficas de Platón se explican remontando las ideas al “orfismo”, pero esta búsqueda de fuentes, que sirvió a Olimpiodoro y a los demás neoplatónicos para reforzar la autoridad de Platón y de la antigua tradición pagana frente al avance del cristianismo, oscurece el sutil trabajo de Platón en la manipulación de la tradición mitológica y filosófica de la que formaba parte.
6 Por el contrario, los estudiosos del último siglo y medio han presentado varias listas de doctrinas órficas en sus intentos de definir el orfismo por sus doctrinas. Bernabé ha enumerado recientemente los puntos centrales de la doctrina órfica que han sido objeto de un acuerdo (más o menos) general: la creencia en un dualismo alma-cuerpo, la idea de un pecado original (o peché antécédent) del que se puede buscar la purificación para alcanzar la salvación, y la idea de un ciclo de reencarnaciones a lo largo del cual se produce este proceso.3 Sostengo, por el contrario, que el dualismo del alma y el cuerpo es una idea que se encuentra en toda la tradición, mientras que la reencarnación sólo se encuentra ocasionalmente en los textos etiquetados como órficos (incluso en su sentido más amplio) y no puede leerse en otros textos. Mientras que un número de textos órficos enfatizan la idea de purificación, la idea de una doctrina órfica de un pecado original heredado es una fabricación moderna, y la idea de obtener una vida posterior favorable (salvación) no es en sí misma una idea restringida al orfismo. El intento de definir el orfismo por estas doctrinas incluye en la categoría pruebas que nunca fueron consideradas como órficas por los propios antiguos, así como atribuir todas estas doctrinas a pruebas que sólo muestran algunas o ninguna de estas ideas.
Platón 3 partes del alma
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Una sección de Metempsicosis (1923) de Yokoyama Taikan; una gota de agua de los vapores del cielo se transforma en un arroyo de montaña, que desemboca en un gran río y en el mar, de donde surge un dragón (en la imagen) que se convierte de nuevo en vapor; Museo Nacional de Arte Moderno, Tokio (Bien Cultural Importante)[1].
El primer pensador griego con el que se relaciona la metempsicosis es Ferécides de Siros[8], pero Pitágoras, del que se dice que fue su alumno, es su primer exponente filosófico famoso. Se cree que Pitágoras no inventó la doctrina ni la importó de Egipto. En cambio, se hizo famoso por llevar la doctrina órfica desde el noreste de la Hélade a la Magna Grecia y por crear sociedades para su difusión[cita requerida].
Los estudiosos han debatido el alcance de la creencia de Platón en la metempsicosis desde al menos el Renacimiento. Marsilio Ficino sostenía que las referencias de Platón a la metempsicosis tenían una intención alegórica[11]. Chad Jorgensen y Gerard Naddaf, por ejemplo, están de acuerdo con Ficino[12]. Por ejemplo, Campbell sostiene que Platón pretende que la teoría de la reencarnación explique rasgos del mundo y de la vida animal en el Timeo, y en otros diálogos se desprende de varios compromisos que Platón argumenta[13].