
Ejercitando los sentidos espirituales
Desarrollar los cinco sentidos espirituales
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Cuando sabes utilizar un tenedor y un cuchillo, confías en tus sentidos entrenados para alimentarte. Lo mismo ocurre en el ámbito espiritual. Tienes que entrenar tus sentidos espirituales para que te ayuden a vivir tu vida espiritual. Aquellos que por el uso han ejercitado sus sentidos espirituales muestran signos de madurez.
Antes de poder desarrollar los sentidos espirituales tenemos que saber cómo funciona la fe y lo importante que es la paciencia. La fe necesita paciencia para producirse. Puedes desarrollar tu fe y tu paciencia ejercitándolas. Entonces puedes ejercitar tus sentidos espirituales. El libro de Hebreos nos dice que sigamos a los que por la fe y la paciencia heredan las promesas. (Hebreos 6:12)
Una vez que hayas liberado tu fe, debes considerar que todo es alegría cuando te enfrentes a las cinco “T”: tribulación, problemas, pruebas y tentaciones. Estas cosas te dan la oportunidad de ejercitar la fe y la paciencia haciéndote crecer espiritualmente y probando que la palabra de Dios es verdadera.
Los cinco sentidos espirituales de Isaías se despertaron cuando estuvo en el Templo: vio la gloria del Señor que llenaba el Templo con sus ojos espirituales, sintió los pilares del Templo moverse y olió el humo que llenaba el Templo.
Los sentidos espirituales en la Biblia
La vista o visión es la capacidad de los ojos para enfocar y detectar imágenes de luz visible y generar impulsos nerviosos eléctricos para variar los colores, los matices y el brillo. La percepción visual es el modo en que el cerebro procesa estos impulsos, reconociendo, diferenciando e interpretando los estímulos visuales mediante la comparación con experiencias anteriores.
El olfato es nuestra capacidad para detectar los olores, es decir, las moléculas químicas presentes en el aire. Nuestro sistema olfativo comienza en la nariz, que tiene cientos de receptores olfativos. Las moléculas de olor poseen una gran variedad de características y, por tanto, excitan con mayor o menor intensidad a determinados receptores. Esta combinación de excitación es interpretada por el cerebro para percibir el “olor”.
Todavía se está investigando cómo se codifica la información olfativa en el cerebro para permitir una percepción adecuada y el proceso no se entiende del todo, pero lo que sí se sabe es que la naturaleza química del odorante es especialmente importante, ya que puede haber un mapa quimiotópico en el cerebro.
Activar los sentidos espirituales
El elemento espiritual del bienestar puede ser la pieza más personal del rompecabezas cuando se trata de reunir las ocho dimensiones del bienestar. En general, a la gente le gusta vivir una vida con sentido y propósito. Cuando se alcanzan estos objetivos, se consigue la armonía en la propia vida y en la de las personas que la rodean.
Entonces, ¿qué puedes hacer para mejorar tu bienestar espiritual? Lo mejor es averiguar qué técnicas funcionan para ti. Dado que el bienestar espiritual tiene que ver con los valores, las creencias y el propósito de cada uno, puede lograrse de varias maneras, tanto física como mentalmente.
1. Explora tu núcleo espiritual. Al explorar tu núcleo espiritual, simplemente te estás haciendo preguntas sobre la persona que eres y tu significado. Pregúntate a ti mismo: ¿Quién soy? ¿Cuál es mi propósito? ¿Qué es lo que más valoro? Estas preguntas te llevarán por un camino en el que pensarás más a fondo sobre ti mismo y te permitirán notar cosas de ti que te ayudarán a alcanzar la plenitud.
2. Busca significados más profundos. Buscar significados más profundos en tu vida y analizar los patrones que ocurren te ayudará a ver que tienes control sobre tu destino. Ser consciente de ello puede ayudarte a conseguir una vida feliz y saludable.
5 sentidos espirituales en la biblia
San Ignacio sugiere que podemos rezar sobre nuestros sentidos del mismo modo que rezamos sobre el cumplimiento de los Mandamientos (Ejercicios Espirituales 247). De forma más característica, sugiere utilizar nuestros sentidos para empezar a contemplar: ver a las personas, oír lo que dicen y observar lo que hacen (SE 106). Estos son los usos tradicionales de los sentidos.
Sin embargo, hay una aplicación de los sentidos que hace que la contemplación ignaciana sea bastante distintiva. Se suele denominar “aplicación de los sentidos”, y se utiliza una vez que se comienza la segunda semana de los Ejercicios Espirituales. A partir de entonces, contemplas un acontecimiento de la vida de Jesús durante cuatro horas distintas cada día, empezando por una hora alrededor de la medianoche. Al anochecer, tu memoria está llena de imágenes, tu mente llena de significados y tu corazón cargado de afectos. Y luego pasas una quinta hora “aplicando los cinco sentidos” a lo que has contemplado (SE 121).
Ignacio explica que sólo miras y escuchas. Hueles “la infinita fragancia y gustas la infinita dulzura de la divinidad” (SE 124). Pero no te abstraigas demasiado: abraza el árbol bajo el que estaban las personas del relato evangélico, o siéntate donde ellos estaban sentados. Incluso puedes “aplicar tus sentidos al alma y a las virtudes” de las personas que estás contemplando: ¿puedo sentir el anhelo que sentía el Joven Rico? ¿Retiró Tomás la mano cuando Jesús se la metió en el costado?